La zona de riego del Jalón-Jiloca tiene unos orígenes antiquísimos, pues se tiene constancia de la existencia de un canal que discurría entre Alagón y Zaragoza, construido por los íberos ya en el año 87 antes de Cristo (inscripción encontrada en el yacimiento Contrebia Belaisca, cerca de Botorrita, Zaragoza); así mimo, y ya durante la dominación romana, hay referencias a los regadíos, tanto en las inmediaciones de Calatayud como en el entorno de Cella en el alto Jiloca.
Con posterioridad, en la España de la "Reconquista", hacia el año 1.125, el rey Alfonso I el Batallador concede en el término de Alagón, situado en la intercuenca Jalón-Ebro, dos yugadas de tierra "in regativo". Otros documentos de la época, fechados en 1.138 y 1.140, nos hablan de la existencia de las acequias "Furon Mayor" y "Riego Sageta" situadas en este entorno Jalón-Ebro.
El sistema de riego que se acaba configurando en estas zonas de riego tradicional de la cuenca del Ebro, está constituido por acequias de gran longitud, que van tomando el agua del río conforme éste pierde cota, y que se interconectan entre sí dando lugar a un "mecanismo" de aprovechamiento del agua en "cascada", de tal manera que el recurso no utilizado en cada una de las zonas puede serlo en la siguiente.
Una de las particularidades de la red de acequias construida por los agricultores del Jalón es su gran capacidad de transporte de agua, lo que les permitía aprovechar las avenidas del río ("jalonadas"), cuyas aguas venían cargadas de sedimentos para, mediante el riego y posterior sedimentación, depositarlos en los campos ribereños mejorando así su fertilidad.
A la complejidad ya comentada de las redes de riego, hay que unir la derivada de los derechos de utilización de las aguas entre los distintos municipios, lo que provocó numerosos pleitos que fueron resueltos mediante Capitulaciones y Concordias, y que dieron lugar a la aparición de las primeras asociaciones de regantes (siglos XIII y XIV) y al establecimiento de turnos de riego o "adores", en algunos casos extremadamente complicados.
Todo ello convertirá a los regadíos del Jalón, a lo largo de medievo, en los más importantes de todo el valle del Ebro.
Durante los siglos posteriores estos regadíos mantendrán la estructura y distribución espacial desarrollada en los siglos anteriores, regándose ya en el siglo XVIII aproximadamente 5.300 ha (13.739 "cahizadas").
En el último tercio del siglo XIX y el primero del XX, aumenta el interés en las zonas agrarias por disponer de obras de regulación que incrementen tanto la disponibilidad del recurso como su garantía de suministro. Así, en 1.930, los Ayuntamientos y Sindicatos de la cuenca del Jalón se dirigen a la Confederación Hidrográfica del Ebro en demanda de obras de regulación. Tras estudiar un conjunto de soluciones se optó por la construcción del Embalse de La Tranquera, cuyas obras se iniciaron en 1.952, entrando en servicio en 1.960.
A esta obra se unirán dos "pequeños" embalses: Maidevera y Monteagudo, que completan la regulación actualmente existente.
En el periodo 1.971 – 1.975, la Confederación Hidrográfica del Ebro, con cargo a la Dirección General de Obras hidráulicas, redacta el "Plan de aprovechamiento integral y regulación de avenidas del río Jalón y afluentes" en el que se contemplaban un conjunto de actuaciones a realizar en la cuenca del Jalón, actuaciones que hoy día siguen pendientes.
Paralelamente y a principios de los años setenta, el Ministerio de Agricultura, a través del IRYDA, y el Instituto Geológico y Minero de España abordan la investigación hidrogeológica en dos zonas de la cuenca del Jalón: el valle alto del Jiloca (Monreal y Singra) y el somantano íberico en Almonacid de la Sierra y Alfamen, con resultados que puedan calificarse como espectaculares.
El regadío presenta varias zonas o áreas claramente diferenciadas: el eje del Jalón hasta el Piedra, el río Jiloca en sus tramos alto y medio, el tramo bajo del Jiloca y el Jalón en el entorno de Calatayud, el eje del Jalón en el entorno de La Almunia de Doña Godina y Epila, y el curso bajo del Jalón, a partir de Epila – Rueda de Jalón hasta su desembocadura, donde se superponen sus regadíos con los del Canal Imperial.
La red de riego está constituida por un "sinfín" de acequias, cuyo número e importancia se incrementa a partir del curso medio del Jalón hasta su desembocadura, y entre las que cabe citar: Acequia de las Conchas, Arapiel, Michan, Vieja, Principal, del Rey, de la Hermandad de Epila, Mareca, Caulor, de la Hermandad de Urrea, Luceni, Pedrola, Cascajo, etc. La superficie total de riego en los ejes del Jalón y del Jiloca es del orden de las 38.000 ha, incluidos los regadíos dependientes de aguas subterráneas.
En cuanto a su dedicación productiva, cabe distinguir dos zonas, de un lado el curso alto y medio del Jiloca y el curso alto del Jalón (14.000 ha), dedicados fundamentalmente a los cultivos herbáceos extensivos: cereales de invierno, maíz, alfalfa, girasol, etc. y de otro el curso bajo del Jiloca y el curso medio y bajo del Jalón (22.000 ha), cuya dedicación productiva gira en torno a la producción fruticola y sobre la que ya en el siglo I de nuestra era el gran poeta Marcial, en referencia a su patria chica Bilbilis (Calatayud), escribió: "Et delicati dulce Botrodi nemus, - Pomona quod felix amat" (Los Riegos de Aragón, Bolea 1.986).
El recrecimiento de la presa de la Tranquera.
La ejecución de los embalses del Lechago, Mularroya, Valladar y Nuevalos, este último en cola del Embalse de La Tranquera y destinado a usos recreativos.La ejecución de pequeñas regulaciones como los embalses de Valcodo, Las Umbrias, Trasovares etc., destinadas a satisfacer demandas locales.
La mejora y modernización de los regadíos de la cuenca del Jalón, pertenecientes a las Comunidades Autónomas de Aragón, Castilla y León y Castilla – La Mancha.
Mapa de la zona
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